Aspectos culturales comunes
Desde tiempos muy antiguos
nuestro planeta fue considerado como un ser vivo (Gaia, la diosa de la Tierra);
su naturaleza nunca ha sido independiente de las innumerables leyes que
gobiernan el universo.
En la actualidad, sobre la base
del desarrollo de las ciencias, el químico atmosférico James Lovelock y la
microbióloga, Lynn Margulis, desarrollan la hipótesis Gaia.
Se toman de esa magnífica obra de
Fritjof Capra, La trama de la Vida, de forma muy sintética, algunos elementos
de esta hipótesis expresados por sus autores:
“Considerad a la teoría Gaia como
una alternativa a la creencia convencional que ve a la Tierra como un planeta
muerto, hecho de rocas inanimadas, océanos y atmósfera, meramente habitada por
vida. Consideradlo como un sistema real incluyendo toda su vida y todo su
entorno, íntimamente acoplados para formar una entidad autorreguladora.”
“La atmósfera terrestre es una
extraordinaria e inestable mezcla de gases y, sin embargo, yo sabía que se
mantiene constante en su composición durante largos períodos de tiempo ¿Podría
ser que la vida sobre la Tierra no solo estuviese haciendo la atmósfera, sino
que además la estuviese regulando, manteniéndola en una composición constante y
a un nivel favorable para los organismos?
James Lovelock
“Dicho simplemente, la hipótesis
(Gaia) dice que la superficie de la Tierra, que siempre hemos considerado como
el entorno de la vida, es en realidad parte de esta. El manto de aire –la
troposfera- debe ser considerado como un sistema circulatorio, producido y
mantenido por la vida... Cuando los científicos nos dicen que la vida se adapta
a un entorno esencialmente pasivo de química, física y rocas, están perpetuando
una visión seriamente distorsionada. En realidad, la vida hace, conforma y
cambia el entorno al que se adapta. Este entorno a su vez, retroalimenta a la
vida que cambia, actúa y crece en él. Hay interacciones cíclicas constantes”.
Lynn Margulis
Como entidad electromagnética
vibracional, el hombre es la consecuencia necesaria y obligada de las múltiples
leyes que rigen el universo. Este ha sido consecuencia de la evolución en un
entorno determinado, con el que ha interactuado y le ha permitido desarrollarse
y sobrevivir.
El hombre ha asumido el erróneo
papel de centro del universo, sin embargo, su actividad ha modificado la Tierra
de modo desfavorable: ha desarrollado una incontrolable deforestación; provoca
de forma creciente la desertificación y salinización de los suelos; destruye
las especies animales y vegetales de manera creciente y acelerada; además, contamina
los mares, las fuentes de agua potable, y emite a la atmósfera gases que dañan
la capa de ozono y envenenan el aire que respiramos ¿Hasta dónde podrá soportar
el planeta tales agresiones? Es cierto que la Tierra se comporta como un
magnífico laboratorio viviente, que busca el equilibrio, pero eso tiene un
límite. Podemos llegar en poco tiempo a un punto sin retorno, en el cual no se
puedan mantener las condiciones para las actuales formas de vida, por lo que
nos condenaríamos a la extinción como especie.
En las formas más tempranas de la
cultura como seres humanos, nuestros primos, los Neanderthaleses, con una
organización social muy rudimentaria y un lenguaje primitivo, fueron absorbidos
por el Homo sapiens, antes de desaparecer hace 28 000 años; nos quedan de ellos
los vestigios de un culto funerario, donde enterraban al difunto con sus
herramientas de piedra, flores y colorantes de ocre, para diferenciar los
sitios de enterramiento de los hombres y mujeres.
El Homo sapiens conquistó el
mundo con sus instintos, heredó del Australopitecus el bipedalismo, el agarre
en pinza y su capacidad de hacer cuchillas de la piedra.
Un eslabón importante en la
historia del hombre es la momia, encontrada en los Alpes de Otztal, con una
edad de más de 5 000 años.
La agricultura fue la base de
esta comunidad. Las herramientas de piedra y las puntas de pedernal para las
flechas definen la edad de esta experiencia humana, como hombre de la Edad de
Piedra tardía o neolítico. Este fue un individuo que usó zapatos de piel,
medias de hierbas y consumía una dieta constituida por pan duro de cereales,
carne de animales de corral y peces. Su idea del universo estaba vinculada con
las alternancias de un clima frío y nublado durante gran parte del año.
La dependencia de la naturaleza
era esencial en su vida, pero el hombre del Otztal sobrepasaba al hombre actual
en percepción de la realidad inmediata. Las marcas de unos tatuajes hechos con
carbón en la espalda, puntuales y ordenados, según el trayecto del meridiano de
acupuntura de la vejiga, nos sugieren la idea del domino de técnicas para
aliviar sus dolores y otras enfermedades.
También 5 000 años atrás floreció
la civilización mesopotámica. Testimonios materiales de esta cultura lo
constituyen las tabletas de arcilla que utilizaban para su escritura, que
estaba basada en la cuña y el círculo, así como un sistema numérico
representado por el 10 y el 60.
Ejemplos de la escritura
cuneiforme:
El número 10 contenía la idea del universo; a partir de esta
cifra se sucedían los demás números, con una significación especial para su
vida. El 60 tenía la sacralización de ser la unidad del sistema sexagesimal de
numeración para medir ángulos, arcos y la división de las estaciones. Al
fomentar el concepto de calendario de 12 meses, adquieren otro significado las
relaciones numéricas entre espacio de tiempo y divisiones del espacio sideral.
La cultura egipcia legó, para el hombre de los tiempos
modernos, el patrimonio de las pirámides y de su cosmovisión.
La Gran Pirámide, cuya construcción se remonta a la época
del imperio antiguo de la dinastía IV, con la finalidad de sepultar el cuerpo
momificado del faraón, junto con las demás pirámides del complejo de Giza,
obedecen a una orientación de la bóveda celeste: norte-sur, este-oeste. Las
troneras que aparecen en la pirámide de Kufru son el resultado de la
astralización de la figura del faraón y su idea de la comprensión del universo:
el alma del soberano viajaría a la constelación de Orión, vinculada con Osiris.
El Kybalión es un antiguo texto que recoge las enseñanzas de
Hermes Trimegisto, que expresan su concepción y organización del universo;
aborda los distintos niveles de la materia (A, B y C), los niveles de la
energía y el plano mental del universo.
Los griegos tienen en Asclepio al dios de la medicina y
patrón de las artes curativas, los estudiosos del tema lo consideran un
personaje griego legítimo, que en el siglo II de n.e. llegó a tener en
diferentes comarcas de Grecia no menos de 38 templos.
El mito cosmogónico griego se atiene al esquema evolutivo de
un caos primitivo, del que surgieron la Tierra (Gea), las tinieblas (Erebo), el
cielo, el día, la luz y el éter. A pesar de que el tema de la creación del
hombre no está claro, Tales de Mileto atribuyó el surgimiento del mundo al
agua, y Pitágoras responsabilizó al fuego y al sol, en una doctrina de
inspiración mística, basada en la transmigración de las almas.
Los primeros sistemas filosóficos implican alguna negación
de la religión. Los naturalistas jónicos consideraban la materia en eterno
movimiento, como la base y principio del mundo. Los eleáticos, con su doctrina
de la eternidad e infinidad del ser, promulgaban también una concepción de la
sustancia para la formación del mundo, enfrentada a la naturaleza
religioso-mitológica. Jenófanes, padre de la mencionada escuela, se burlaba de
la concepción antropomorfa de los dioses, sin embargo, creía en una deidad
única y diferente de los hombres, identificada con el universo en un Dios-todo,
poseedor del atributo de la eternidad.
Anaximandro, en su obra escrita en prosa Acerca de la
Naturaleza, señala una etapa notable de la especulación filosófica, denominó a
la sustancia única "principio" (Arché), la cual se encontraba en el
infinito (Ápeiron).
Empédocles desarrolló la doctrina de la sustancia única,
compuesta por 4 elementos: fuego, tierra, agua y aire, e hizo un primer esbozo
de la teoría evolutiva de los orígenes de las cosas.
La concepción física de Anaxágoras explica el conocimiento
por medio de los contrarios; enseñaba que el sol no era un dios, sino una
enorme masa de materia incandescente. Por su ateísmo fue expulsado de Atenas y
le quemaron sus obras.
Los sofistas, con Pitágoras y Gorgias como figuras cumbre,
idearon la teoría relativista del conocimiento (el hombre es la medida de todas
las cosas). Platón continuó con la idea del dios como expresión de la belleza,
y Aristóteles se adentró en un sistema, en gran parte materialista, que ayudó a
entender al hombre como integrante del Universo y a la levedad como fuerza
cósmica. Abordó el concepto de esencia necesaria para definir las cosas, solo
lo necesario como objeto de la ciencia.
De la India, los libros sagrados (Vedas) constituyen
compilaciones de himnos (rig-veda), cultos (sama veda y yagur veda) y el libro
de cánticos y fórmulas mágicas (atawa veda).
La proliferación de tratados teológicos, denominados
Upanisads, determina todo el período brahamánico. En ellos se muestra la
ideología de las distintas clases, que se traduce como una gran diversidad de
sistemas filosófico-religiosos.
Las 6 escuelas clásicas son: Vedanta, Nisansa, Sankhya,
Yoga, Nyaya y Vaisesika.
Las 2 primeras son puramente sacerdotales, basadas en el
panteísmo y la autoridad absoluta de los vedas; el Sankhya postula la
independencia de la materia y la reencarnación en multiplicidad de cuerpos, y
Vaisesika propugna una teoría atomista, que interpreta el universo como una
combinación de los 4 elementos: aire, fuego, tierra y agua.
Se constituyó por esa misma época, la escuela Yoga, con
particular incidencia en la evolución de las creencias y prácticas religiosas
de la India. Esta aplicó principios filosóficos asociados con un sistema de procedimientos
respiratorios y preceptos posturales, encaminados a preservar la pureza del
cuerpo y la autoperfección del alma.
Los antiguos yoguis descubrieron que existen factores y
mecanismos de defensa, que son propios de todo ser viviente.
Además, intuyeron el sistema de secreción interna, sobre la
base de las posturas o asanas, con la finalidad de estimular las glándulas.
Entre los siglos VI y V a.n.e. se destacaron 2 corrientes
filosófico-religiosas: el budismo y el jainismo, ambas reconocieron el karma y
la reencarnación como parte del principio de la existencia del hombre.
El jainismo, fundado por el legendario Vardhamana Makavira o
Jaino, de la casta de los Chatrias, plantea que todo lo material es un mal en
sí, que el hombre debe aspirar a liberarse de este.
Dos grandes hombres determinaron la visión holística de la
filosofía atomista hindú: Patanjali, que vio en la conducta de animales,
plantas y eventos de la naturaleza, una relación con el hombre, y Aulukya, que
definió el incesante movimiento vibratorio de los átomos en el universo.
Las creencias chinas aportaron a la comprensión del hombre
antiguos testimonios que se remontan al segundo milenio a.n.e., que desde el
punto de vista histórico, coincide con el período de la dinastía Shang (Yin) en
China, tiempos de dominación de la tribu homónima. Los testimonios que se
refieren al período de los Chou (1122-255 a.n.e.) fueron más abundantes, ya que
en este período se desarrolló la escritura y surgió una filosofía materialista,
interesada en manifestar la experiencia de los hombres vinculados con la
naturaleza; la escuela legalista de Han Fei fue la más destacada en el siglo
III a.n.e.
Sin embargo, 2 sistemas filosóficos, cuyas concepciones
datan de la segunda mitad de la época de los Chou, contribuyeron a las bases de
las doctrinas religiosas, que se convirtieron en religiones de estado: el
confucianismo y el taoísmo.
Hacia el siglo VI a.n.e. cobró contornos definidos el
taoísmo, doctrina desarrollada por Lao-Tsé, expuesta posteriormente en el libro
Tao-Te-Ching. Lao-Tsé tuvo el mérito de sistematizar en este texto sus ideas y
las de muchas generaciones anteriores que circulaban por tradición oral.
Para el pensamiento filosófico dialéctico-primitivo de la
antigua China, todo seguía un camino natural o "Tao". Lo principal de
esta idea consistía en que la existencia de la naturaleza y de los hombres no
era gobernada por una voluntad divina o por algo sobrenatural, sino que
discurría por un camino natural. El Tao es la ley natural de las propias cosas.
La filosofía del Tao está basada en 2 teorías fundamentales:
la teoría Yin-Yang y la teoría de los 5 elementos o movimientos.
Teoría Yin-Yang
El Yin y el Yang son 2 esencias o cualidades comunes para
todos los objetos y fenómenos del universo. Son 2 abstracciones que no es
posible identificar con nada concreto y específico, así como 2 principios que
tienen las características siguientes:
Opuestos a la vez que complementarios.
Antagónicos a la vez que sinérgicos.
Excluyentes a la vez que dependientes uno del otro.
El Yin y el Yang están en constante equilibrio inestable y
dinámico, cuando este equilibrio se rompe suceden los cambios, las
transformaciones y la mutación. Para la salud, la ruptura de ese equilibrio
puede provocar la enfermedad y la muerte, como nuevo estado de equilibrio.
Las características del Yin y el Yang se comprenden mejor
cuando se agrupan en 3 pares dialécticos:
Oposición-interdependencia.
Crecimiento-decrecimiento.
Transformación del Yin en Yang-transformación del Yang en
Yin.
Oposición-interdependencia. No se puede hacer referencia a
lo alto sin tener en cuenta lo bajo; lo anterior, con lo posterior; la
izquierda, con la derecha; lo claro, con lo oscuro, etcétera. Son opuestos,
pero no pueden existir con independencia uno del otro.
Crecimiento-decrecimiento. Si crece el Yang, el Yin decrece.
Si crece el Yin, el Yang decrece. Crecimiento de uno y decrecimiento del otro,
mantienen el equilibrio inestable, necesario para el desarrollo, el cambio y la
transformación de todo cuanto nos rodea.
Transformación del Yang en Yin-transformación del Yin en
Yang. En el Yin, siempre hay Yang y en el Yang, siempre hay Yin. El Yang
extremo se transforma en Yin y viceversa.
Un ejemplo de la interacción entre el Yin y el Yang se
muestra durante las 24 horas del día: el día es Yang y la noche es Yin; son
opuestos, pero complementarios. No existen independientes uno del otro. Si el
día crece, la noche decrece. Si la noche crece, el día decrece. El día (Yang)
se convierte en noche (Yin). La noche se convierte en día.
Teoría de los 5 elementos o movimientos
Esta teoría es el otro componente fundamental de la
filosofía taoísta, junto con la teoría Yin-Yang, con la que se acopla
armoniosamente, expresa la mutación y el cambio.
Los 5 elementos (el fuego, la tierra, el metal, el agua y la
madera) se consideraron los elementos primigenios de los que provienen todos
los fenómenos de la naturaleza.
En la misma época, Heráclito de Efeso, en Grecia, postulaba
que todo dependía de un elemento original: el fuego, y hacía énfasis en que
todo está en constante cambio y movimiento. Cuando se refería al fuego, se
expresaba sobre un fuego-energía, que obedece a un orden regular donde lo
opuesto está verdaderamente unido pero no conciliado.
Queda claro que en el modo de pensar de los antiguos chinos,
que hicieron énfasis en el movimiento (en mutación), todos los fenómenos mutan,
se mueven, con las características de alguno de los 5 elementos (el fuego
calienta, tiende a lo alto; el agua refresca, tiende a lo bajo, al declive; la
tierra absorbe, drena, nutre, etcétera) y por parecerse a su movimiento,
pertenecen a él, lo cual implicaba que las características de los fenómenos se
parecían a las cualidades del elemento.
En la teoría de los 5 elementos o movimientos se describen 2
ciclos: un ciclo generador (ciclo Sheng) y un ciclo de dominancia o ciclo Ko.
Ciclo generador. El fuego genera la tierra; la tierra, el
metal; el metal, el agua; el agua, la madera y la madera, el fuego.
Es un ciclo cerrado donde todos los elementos son principio
y fin. Todos generan y a su vez son generados. En este contexto se entiende por
generar, favorecer las condiciones para el desarrollo del elemento generado.
Ciclo de dominancia. Se establece al saltar un elemento en
el ciclo generador, de esta manera: el fuego domina al metal; el metal, la
madera; la madera, la tierra; la tierra, al agua y el agua, al fuego. El ciclo
de dominancia tiene la función de controlar los excesos de un movimiento
generado en el ciclo Sheng, para mantener el equilibrio entre estos.
En el Tai-Ji-Tu, diagrama de lo manifiesto o símbolo del
final supremo, se representa al Yin, al Yang, a los 5 elementos, al ritmo de
los movimientos y los cambios de los acontecimientos en el universo.
La zona de color negro representa al Yin y la roja, al Yang;
el círculo rojo dentro del área negra representa la mutación del Yin en Yang.
El círculo negro en el área blanca representa la mutación del Yang en Yin. La
línea sinusoide que separa ambas zonas es expresión del equilibrio inestable
entre Yin y Yang. Asimismo, la zona roja representa al fuego; el círculo negro,
al metal; la zona negra, al agua; el círculo rojo, la madera; y la línea
sinusoide que los separa corresponde con la tierra.
Junto con las teorías Yin-Yang y de los 5 elementos o
movimientos se le daba gran importancia al Qi (Chi). El Chi puede describirse
como energía, o más bien como energía casi materializada, o como materia casi
convertida en otro tipo de energía. Acerca del Qi, se describe su origen
celestial o cósmico, con un componente terrenal que aportan los alimentos y el
agua. El Qi circula en el hombre según un ritmo fijo en el día, en el que cada
uno de los 12 canales o meridianos de acupuntura mantiene durante 2 horas un
máximo flujo energético, que va transfiriendo a otro meridiano hasta cerrarse
el ciclo de 24 horas. Del mismo modo, hay cambios estacionales, con un ritmo
fijo durante el año.
En un intento por conciliar el pensamiento holístico del
hombre, como patrón de su existencia diaria, las diferentes culturas han
tenido, en relación con la salud, ideas comunes.
La presencia de los centros de energía en el hombre está
vinculada con el conocimiento universal. Los chakras o vórtices de energía son,
para el pensamiento hindú y la medicina ayurvédica, sitios de recepción de
energía cósmica, que son capaces de equilibrar los órganos internos. Estos
centros constituyen puntos de contacto, a partir de los cuales el cuerpo
intercambia energía con el cosmos, lo que influye en la regulación de sus
funciones.
El primer chakra es de color rojo, situado al nivel del
sacro y los genitales externos. Se relaciona con los instintos primarios y con
el afianzamiento del hombre sobre la tierra. En la cultura médica tradicional
china se corresponde con el primer punto del meridiano de acupuntura
vaso-concepción (Ren Mo 1), situado en el punto medio del periné. En la cultura
yoruba africana es el Aché Oka.
El segundo chakra está por debajo del ombligo, el naranja es
su color vibratorio y se relaciona con los riñones, glándulas suprarrenales,
genitales internos y con la sexualidad; se corresponde con el punto de
acupuntura vaso-concepción 7 (Ren Mo 7). En la cultura yoruba es el punto Aché
Ynu Ykun.
El tercer chakra vibra con el color amarillo y se vincula
con las funciones del estómago, bazo, páncreas, hígado y vesícula biliar. Se
encuentra al nivel del plexo solar y se asocia con el punto de acupuntura
vaso-concepción 12 (Ren Mo 12), situado en el punto medio entre el ombligo y la
punta del esternón; este centro está relacionado con la energía vital, cuyo
carácter nutricio asegura el mantenimiento de la salud.
El cuarto chakra, cuyo color vibratorio es el verde, se
asocia con la actividad del corazón. Está ubicado en el tórax, en el centro del
esternón, se corresponde con el punto vaso-concepción 17 (Ren Mo 17), que
también es conocido como punto maestro de la energía y de la respiración; este
chakra regula nuestro comportamiento mediante los instintos afectivos.
El quinto chakra vibra en color azul; está relacionado con
la autoestima, la comunicación y la actividad de las glándulas tiroides,
situado en el cuello, próximo al punto vaso-concepción 22 (Ren Mo 22) y al Aché
Ona Ofun de los yorubas.
El sexto chakra es de color vibratorio azul índigo, está
situado en el entrecejo; se relaciona con la actividad de la glándula pineal y
se le atribuye la percepción extrasensorial, también se denomina el
"tercer ojo". Su ubicación corresponde con el punto de acupuntura
Yin-Tang y con el Aché Iwayu de los yorubas.
El séptimo chakra, el loto de los mil pétalos, está
relacionado con la actividad de la hipófisis. Su color vibratorio es el
violeta, situado en la línea media del cráneo, en su punto más alto, que se
corresponde con el punto de acupuntura vaso-gobernador 20 (Du Mo 20) y el sitio
Aché Eri de los yorubas. Este chakra tiene relación con la actividad mental y
espiritual del hombre, así como con su vínculo con el universo.
Las figuras 1 y 2 muestran los 7 chakras y los puntos de
acupuntura.
Figura 1.Los siete chakras principales.
Figura 2. Puntos de acupuntura en correspondencia con los siete chakras principales.
En el templo egipcio Der-El-Medinet, en una de las figuras
de sus paredes, se alude a los chakras. La sacerdotisa, que porta un Ank o
"Cruz de la Vida", coloca sus manos al nivel del sexto y tercer
chakra, en actitud ritual.
Figura 4. Puntos de acupuntura en correspondencia con sitios de Ebbo.
La figura 5 muestra los puntos de Ebbó en correspondencia
con los chakras.
Figura 5. Sitios de Ebbo (cultura yoruba) que se
corresponde con los chakras principales.
corresponde con los chakras principales.
Se demuestra que las culturas geográficamente alejadas
llegan a conclusiones similares acerca de la existencia de centros de energía
en el cuerpo humano: África (pueblos de la región subsahariana, Egipto) y Asia
(la India y China, además del Tíbet), entre otros.
En la medicina herbolaria y naturalista, de la Regla Ocha,
la limpieza con hierbas: Ebbó-Adajunché, se realiza sobre la base de
determinados puntos energéticos que funcionan como chakras, que en muchos casos
se corresponden con chakras principales o secundarios.
Estos centros, en los cuales se realiza el Ebbó o limpieza,
se corresponden con determinados puntos de acupuntura de vital importancia para
el equilibrio de la salud. Los trastornos nerviosos se tratan de igual forma en
Aché Eri o vaso-gobernador 20; las dificultades de la memoria, con Aché Ifowoba
o triple-función 23 (TF-23); así como los problemas pelvianos, metrorragias y
mastitis, con Aché Eleses o hígado 3 (H-3).
Correspondencia de sitios de Ebbó-Adajunché con puntos de
acupuntura (figuras 3 y 4).
La figura 5 muestra los puntos de Ebbó en correspondencia con
los chakras.
La filosofía africana aborda su concepción del mundo cuando
divide el universo en Muntu, Kintu y Huntu, o sea, hombre, cosa y hombre
muerto, respectivamente. Este último se vincula con todos los aspectos de la
vida.
El universo toma un nivel de conciencia con la acción de la
palabra. Sus dioses obedecen el llamado de los muertos, a partir de un
pensamiento hecho realidad en la boca de los hombres.
También para el pensamiento hindú las palabras operan y
provocan transformaciones en un vínculo inseparable entre fuerza cósmica y
leyes de la naturaleza. En un texto de Yogananda se explica que aplicar este
poder implica concertar la voluntad en la región del bulbo raquídeo y el punto
medio entre las cejas (sexto chakra o "tercer ojo", punto de acupuntura
Yin-Tang o extra 1, Aché Iwayu).
Los africanos tienen la creencia de que, en el universo, la
nada se opone a la sustancia en general y la sustancia material, o sea, a todo;
se encuentra ahí, donde no hay Kintu, es decir, donde no hay cosas. No es el
aire, pues el aire es algo y se encuentra en la nada; la nada es el espacio
vacío que limita las cosas, si esta no existiera, las cosas caerían unas sobre
otras.
Estos planteamientos de la filosofía africana llenaron de
incomprensión a los hombres que conquistaron y saquearon sus tierras,
provenientes del continente europeo. No encontraban la lógica en determinadas
curas, en las que el enfermo debía llevar un grupo de hierbas bajo la axila o
colgado del cuello, en el interior de un colmillo de animal.
¿Cómo se relaciona esta idea con los adelantos en el plano
conceptual de la física moderna? Es difícil determinarlo. La física estudia en
esencia las leyes del mundo inanimado, e incluso, da explicación a los
fenómenos químicos, que luego aplica a los procesos que ocurren en los seres
vivos: circulación de la sangre como un fluido, conducción de la corriente
nerviosa como corriente eléctrica, reacciones bioquímicas, etcétera. Pero el
fenómeno de la vida y de la actividad nerviosa superior en su totalidad, no se
deducen inmediatamente, a partir de las leyes conocidas de la física, por lo
que existen fenómenos en los seres vivos para los cuales no se tiene aún una
explicación física.
De lo mencionado, pueden ocurrir 2 cosas: a) la ciencia
evolucionará, y al final, todo resultará explicable a partir de los principios
físicos ya conocidos, o de otros como consecuencia de la generalización
inmediata de los actuales (por ejemplo, generalizando la idea de dualidad
pueden concebirse formas duales para tratar una dolencia determinada, por la
vía convencional o mediante las terapias alternativas); b) habrá que dar pasos
más radicales y cambiar los paradigmas comúnmente aceptados, sobre la base del
significado actual de la vida en el universo. Por ejemplo, a partir del principio
antrópico, o mediante la generalización de la hipótesis Gaia, etcétera.
Para comprender la salud del hombre resultan muy
interesantes el concepto de energía del pensamiento tradicional chino y la idea
del hombre cósmico del pensamiento hindú.
El primero considera la existencia de una
"energía" (Qi o Chi) en todos los cuerpos. En el hombre, el Qi
circula por los canales o meridianos de acupuntura que se relacionan con los
distintos Tzang-Foo, o sea, con órganos macizos y vísceras huecas. Los órganos
Tzang corresponden al Yin, las vísceras huecas (Foo) corresponden con el Yang.
A cada uno de los 5 elementos o movimientos le corresponden los Tzang-Foo y sus
meridianos, que canalizan la energía circulante en el organismo durante las 24
horas por 12 meridianos principales, determinando el ritmo y la periodicidad de
los procesos biológicos.
En el hombre se da cita el Qi del cielo y de la tierra: el
alimento cósmico y el terrestre. El alimento cósmico es tomado del aire
mediante los pulmones, su energía se distribuye por todo el cuerpo y está
controlada por la respiración. A mayor frecuencia respiratoria, mayor escape
del alimento cósmico. En la naturaleza, la longevidad está asociada con una
frecuencia respiratoria baja: la tortuga tiene una frecuencia de 4 respiraciones
por minuto, el hombre, de 16 a 20 respiraciones por minuto y la frecuencia
respiratoria de los monos es de 38 respiraciones por minuto.
El Qi terrestre lo obtiene el hombre mediante los alimentos
y el agua, lo cual da lugar al Qi nutritivo y a una energía o Qi defensivo.
Existe, asimismo, un Qi congénito, heredado de nuestros ancestros a través de
los cromosomas.
Del Qi depende toda la actividad vital del organismo. De su
cantidad y calidad, de su libre flujo y armónica circulación dependen el crecimiento,
el desarrollo y la realización de funciones como la respiración, circulación,
absorción, excreción y todos los procesos relacionados con la vida.
Para la filosofía hindú, el cuerpo humano es un reino
dominado por el emperador alma, que puede llamarse energía con algunos niveles
de memoria, situado en el "trono" del cráneo (silla turca), desde
donde dirige múltiples funciones mediante la hipófisis. Sus regentes auxiliares
o esferas de conciencia son los chakras, estos se encuentran localizados en la
espina dorsal y tienen una íntima relación con los órganos endocrinos y con los
clásicos Tzang-Foo chinos. Este control se extiende a 27 billones de células
dotadas de una inteligencia segura, o nivel cognitivo primario, por medio del
cual se ejecutan todas las funciones del cuerpo, imbricadas y modificadas con
determinados pensamientos, emociones y variaciones subastrales.